El subtítulo “A la búsqueda de sí mismo” es la clave de la cuestión, pero también plantea otras tres dudas:

La primera cuestión es: ¿qué es “sí mismo”? ¿a qué se refiere?

Sabemos que en la historia de la filosofía Sócrates -reconocido siempre como el padre de la filosofía, y el más sabio de los atenienses-, recorría las calles y mercados de Atenas conversando con cualquiera de sus vecinos, cuestionando lo que cada uno de ellos creía saber, e instándoles a seguir la leyenda del templo de Delfos “conócete a ti mismo”.

Buscarse y conocerse … a sí mismo. ¿Es lo mismo? ¿se refiere a lo mismo? Desconozco en profundidad el pensamiento de Sócrates para saber a qué se refería para insistir tanto en ello siendo, aparentemente, tan obvio. Yo no lo sé, por lo que someto al “conocimiento” del Foro la cuestión Conócete a ti mismo.

En estos ultimos dias, principio de diciembre 2014, – dos meses despues de inicidad ésta Web-,  preguntandome sobre el sentido de aquella recomendación de Socrates, he encontrado una cierta respuesta  en el buscador de Yahoo que ya se planteo la cuestión hace siete años. De las respuestas dada por el foro, quien se denomina Sergio G, que quedó en sugundo lugar de los mas votados, manifestó al respecto:

«Te advierto, quien quiera que fueres, Oh! Tu que deseas sondear los arcanos de la Naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo, aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tu ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias?. En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros. Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses»

Yo concluyo entonces, y así me manifiesto, !!! QUE NI SOCRATES MISMO LO SABIA!!!, al menos de forma consciente, porque si lo hubiera sabido, lo hubiera enseñado a sus discipulos y éstos lo hubieran difundido inmediatamente, maxime cuando era la esencia de su filosofia. Si Pltón que fue su mas aventajado alumno nada ha dicho sobre esto en sus Dialogos, es que nada le oyó decir a Socrates al respecto. Socrates habló del Alma, pero no de qué era y como mococerse a si mismo. Sin embargo si creo que Socrates «se conocía a si mismo», aunque no fuera consciente de ello (y por eso no supo exponerlo a sus discipulo); y eso, el conocerse a si mismo, es lo que lo distinguia de los demás, incluido Platon, y es lo que hizo de su vida toda una filosofia, hasta la aceptación , con una optimismo que aun nos sorprende,  la injusta condena que sufrió.

Taqn relevante pensador, requiere ser acompañado por uno de los mas solemne de los musicos, Haendel.

Es claro que el “sí mismo” se refiere al “yo”, pero hay tantos matices y acepciones filosóficos, psicológicos, religiosos, … que dejan indeterminada la cuestión. Por ejemplo Freud, padre del psicoanálisis desglosaba la mente de las personas y hablaba del “ello” (el niño, los impulsos naturales), del “superyo” (el padre, el deber ser, la razón lógica) y el “Yo”, (la persona madura, equilibrada).

Yo creo que el sí mismo esta íntimamente relacionado con nuestra condición humana que se manifiesta de multiples maneras, por ejemplo, en este vídeo

Otra oportuna pausa musical. Cuentan la anécdota (que aprendí de memoria en Francia, al repetir tanto la grabación de mi radio-casette) que cuando alguien sugirió a Stravinsky que al escuchar el Trío Opus 100 de Schubert se corría el riesgo de quedarse dormido, a lo que aquel respondió, qué importa, si cuando me despierto, estoy en el paraíso…

Intentar concretar a qué podemos llamar el «yo» será una cuestión fundamental de esta Web, pero lanzo ya el reto, la pregunta: ¿qué es uno mismo?, ¿cuál es mi esencia, mi identidad? Cuando sufro, ¿quién sufre? “Yo” claro, pero eso estoy preguntando, ¿qué es el yo?: ¿ mi cuerpo? ¿mi mente?… ¿hay algo más? Y otra pregunta, ¿qué significado tiene la alegría, la satisfacción, la suerte…. y la adversidad para mí? ¿Por qué me afectan hasta el punto de determinarme? Aún no encontraremos la respuesta, pero hay que irse planteando la cuestión, si queremos llegar a “conocernos a nosotros mismos”.

Hace algunos años el periódico digital Periodismo Humano, publicó un artículo sobre el desastre que había supuesto un tsunami en Japón, y lo ilustraba con esta foto que he recuperado de sus archivos:

Niña llorando en Japón tras Tsunami
Mujer llorando en Japón tras Tsunami | Fotografía de Periodismo Humano

… Yo participé en el foro y pregunté: Cuando lo pierdes todo, ¿qué te queda? Entre las varias respuestas comunes, alguien respondió: “Quedas tú” Yo lo felicité porque esa era la respuesta que buscaba, y acto seguido le pregunté ¿Y qué eres, “tú”? … pero ya no contestó mas.

El psicoanalista y humanista Erich Fromm en su obra «Tener o ser», cap. VI, dice: «Las personas cautas en el modo de tener gozan de seguridad, pero necesariamente son muy inseguras. Dependen de lo que tienen: del dinero, del prestigio,…, es decir, de algo exterior a ellas; pero ¿qué les sucedería si perdieran lo que tienen?. Porque, sin duda, todo lo que tienen puede perderse… Si yo soy lo que tengo, y lo que tengo se pierde, entonces, ¿quien soy yo?. Nadie, sino un testimonio frustrado…, de una falsa manera de vivir. Como puedo perder lo que tengo, necesariamente en forma constante me orecoupa esto. Tengo miedo a los ladrones, de los cambios económicos, de las revoluciones, de la enfermedad, de la muerte, y tengo miedo a la libertad, al desarrollo, al cambio, a lo desconocido… Si yo soy lo que soy, y no lo que tengo, nadie puede arrebatarme ni amenazar mi seguidad y mi sentimiento de identidad. Mi centro está en mi mismo…» (fin de la cita) Y sigue derivando otras consecuencias de esa actitud, observaciones muy interesantes como la dependencia en las parejas, los conflictos entre naciones, los conflictos sociales, …, (aunque no comparto las soluciones que propone en su Sociedad Nueva).

Si porque no tienes nada, o porque has perdido las cosas que te interesaba, te crees que no eres nada, nada harás por vivir. Si aunque no tengas nada, sabes que “te tienes a ti mismo”, sabes que sigues siendo “tú mismo”, tendrás el entusiasmo y la fuerza y podrás seguir siendo el protagonista de tu futuro.

El hombre desnudo ante el desastre de Haiti 2010
Hombre desnudo ante el desastre de Haiti 2010

El entusiasmo de Tchaikovsky en el 4 movimiento de su Sinfonía No 5 nos “animará” a continuar hasta el final. .

La segunda cuestión que plantea el subtítulo, que por “absurda” parecería innecesario plantear, es,

¿Cómo puedo haberme “perdido” para tener que “buscarme ?,

la que paso a contestar inmediatamente, porque es el origen del Problema, de todos los problemas:

En nuestra primera infancia, estimo que después del primer año, empezamos a tener conflictos con nuestros padre, su amor va dejando de ser “incondicional” para ir sometiéndonos a unas reglas de buen comportamiento; si queremos su amor, su atención, …, hemos de portarnos bien, ser buenos, hacer lo que nos dicen, complacerles. No es nada extraordinario lo que nos piden, es incluso muy razonable, pero nosotros no admitimos condiciones, queremos ser queridos “por nosotros mismos”, sin tener que “ganárnoslo”, sin tener que hacer méritos. En nuestra lógica, ponernos condiciones es cuestionar nuestra propia e intima valía: si para ser “Re-conocidos” en nuestra valía, hemos de hacer méritos, es que no somos importantes, por nosotros mismos; lo que viene a significar que de entrada, en principio nosotros no valemos. Que si queremos ser queridos, apreciados, hemos de ganárnoslo, hacer méritos. A lo que nosotros nos oponemos, nos rebelamos, nos negamos… No decimos que no nos portaremos bien, pero no como condición previa.

Esta dulce sonata de Mozart para piano y violín me recuerda los juegos infantiles. Me puedo imaginar un niño jugando con su padre a una especie de “Aquí te cojo, de aquí me escapo” en la que ellos nos quieren convencer de unas normas “razonables” y nosotrtos nos oponemos, sin saber decir por qué.

 

El conflicto se prolongará durante mucho tiempo, (recordemos a Freud y su “ello”, su “superego” y su “yo”) hasta que la rebeldía infantil va sometiéndose a la lógica contundente de nuestros padres «si es bueno y necesario lo que te exijo, debe ser cumplido» ; y ante la necesidad que tenemos de ellos, -dado el amor que les presumimos hacia nosotros, así como de su gran sabiduría-, terminamos aceptando que si queremos su amor, hemos de ganarlo, y llegamos entonces a la conclusión de que “no somos queridos por nosotros mismos, por nuestra íntima valía, sino que hemos de hacer méritos”, ganárnoslo. Ello supondrá que habremos re-negado de nosotros mismos, de nuestra originaria e incomprendida reinvindicación.

Soy consciente que en este punto me separo abiertamente a la opinión mayoritaria, por no decir unanime, del psicoanalisis, que ve en «los caprichos del niño emperador», un defecto, un mal comportamiento, que ha de impedirse. Volveré sobre ello.

Es entonces, porque hemos renegado de nosotros mismos, de nuestro intimo ser, cuando concluiremos que la felicidad, la plenitud ya no podrán ser posible (condenándonos desde entonces a una vida desgraciada, de la que no podremos salir, como los invitados de la pelicula El angel exterminador de Buñuel, precisamente porque hemos renunciado a nuestro íntimo ser); todo lo cual nos producirá una inquietud insaciable y pasaremos toda la vida buscando el re-conocimiento de los demás, y … «en las cosas”; reivindicarnos, luchando contra el menosprecio. Ni siquiera el yo adulto de Freud se salva de la desgracia.

Reflexionemos y démonos otro respiro, acariciando nuestra alma herida, nuestro amor propio, nuestra seguridad en nosotros mismos, como este violoncelo de Dvorak que se lamenta.

Tanto dolor por tan grave decisión requiere aún mayor consuelo que nos dará el concierto para clarinete Mozart, porque cuando somos consolados, somos acariciados en nuestro corazón, en lo más profundo de nuestras almas.

… y la reflexión de la mano de las notas del Concierto para oboe de Marcello

Los niños son felices porque se sienten, se experimentan, se viven a sí mismos directamente, sin interferencias negativas de su entorno, pero sin conciencia de ello, lo que termina por hacerles vulnerables a la presión paterna (un historiador clásico afirmó que el padre de Sócrates recibió la indicación “de los Dioses” de no interferir en su educación). Los alcohólicos , drogadictos. …. buscan evadirse de la “negación” que viven, y logran con el efecto químico en el cerebro, disfrutar de sí mismos porque se inhiben las exigencias del deber-ser, los reproches de no haber cumplido; pero dependen del medio que usan, y siguen sin resolver el problema, porque no hay pastillas para curarlo.

El bien, el mal y la reivindicación de las personas es cantada en este Fausto de Gounod:

El origen de estas reflexiones

Creo que es momento oportuno de explicar ¿cómo he llegado a estas ideas? Fue hace algunos años, -más adelante tendré que repasar mis escritos-, cuando, motivado por un conflicto que me paralizaba en la vida, me preguntaba ¿qué pretendía de los demás? ¿qué queria de ellos?, ¿por qué me afectaba lo que hicieran o no hicieran, respecto a mí?; incluso los acontecimientos del azar, buenos o malos, ¿qué significaban para mí, para que me afectaran tanto?.

Entonces descubrí que lo que todo ello significaba era “sentirme reconocido en mi valía”, en mi esencia, en mi identidad, cuando eran positivos; o sentirme des-preciado, menos-preciado, en mi íntima valía, cuando me dis-gustaban.

Entonces me pregunté por qué dependía de los demás para valorarme, para re-conocerme, y llegué a la conclusión que desde la infancia dependíamos de la opinión de los demás, tras nuestros padres, … y así seguí razonado hasta que me pregunté: si lo que pretendo es “ser re-conocido en lo que “ya” soy, en lo que yo “Soy”,…” no necesitaría esperar por ellos, sino que podría re-conocerme directamente, sin intermediarios.

Tan importante hallazgo merece hacer honor a mi pensamiento; y por extensión, a mi tierra y a mi gente, que tanto eché de menos en el pasado. Y particularmente a Alfredo Kraus un purista del belle canto, aquí le presento mis respetos

Además ellos, los demás, en sus valoraciones no se referían al “yo íntimo” sino a lo accidental, a lo accesorio, a lo secundario, a lo superficial… , (que si soy guapo o feo, que si sé muchas cosas o poco, si soy listo o tonto, si he hecho bien un trabajo o no, si tengo mucho dinero o poco,… , realmente nada de eso nos importaba mucho), porque “ellos no tenían ojos para ver las cosas importantes”, nuestro intimo ser,como muy bien decía el protagonista de la película “A primera vista” (un ciego que recupera y vuelve a perder la vista)  En realidad creo que no vemos con los ojos, –dice el protagonista el final de la película-, más bien, vivimos en la oscuridad hasta que observamos lo que hay de verdad en nosotros, en los demás o en la vida….Cuando uno ve lo que hay de verdad en uno mismo, entonces (ya) ha visto mucho. No hace falta tener ojos para eso...

Sobre esa pelicula yo decía en Diciembre 2006  «Esta no es una película de acción, pero hay mucha acción, en el alma. Esta es una película de cosas profundas, tanto que no se ven, a simple vista. Hay cosas, como los sentimientos, las ilusiones, …, en resumidas, las cosas importantes, que no se pueden ver solo con los ojos. Esta película es una de ellas».

Así pues tenía que re-conocerme yo mismo, directamente. Seguí razonando de esta manera, que ya expondré mas adelante, …. hasta que un día, mucho tiempo después, empecé a des-cubrírme a mi mismo.

Beethoven y su fuerza me acompañó tanto con su sinfonía número 7, que he de hacerle ese reconocimiento y proponerles “escucharle en su lucha” desde sus lamentos del 3 mov. hasta su re-afirmación final.

Y quedaría una tercera pregunta íntimamente relacionada:

¿Qué problema puede suponer “buscarse” a sí mismo? … ¿y encontrarse?

El problema radica en que llevando toda la vida sintiéndonos “negados” en nuestra intima valía, “en nuestro íntimo ser, en nuestro íntimo existir”, hemos terminado por asumirlo, renunciando también,  ante la falta de un referente, a reconocernos directamente, perdiendo toda conciencia “directa” de nosotros mismos, por lo que «intentando hacer méritos“ nos sentimos , nos “experimentamos”, a través de los demás (los demás son nuestra media manzana, de la que ya hablaban los griegos); y también mediante las cosas que acaparamos, relegando al olvido, al inconsciente, al subconsciente, aquella reivindicación, condenándonos a “mendigar” el afecto, la aprobación, el reconocimiento de los demás a perpetuidad (la vida desgraciada de La Caverna de Platón); condenándonos a una permanente lucha contra los demás que se resisten a reconocer “nuestra valía”.

Reflexionemos sobre ello con la rebeldía de Beethoven.

La historia reciente de la humanidad, -tras saciar el hambre y el frío-, es la historia del hombre a la búsqueda de sí mismo, desde Sócrates a Buda (el pensamiento cristiano medieval hablaba de buscar un Santo Grial, pero ese pensamiento ha tomado unos derroteros a mi entender materialistas, -tesoros y poder-, o discusiones bizantinas, -si Jesucristo tuvo o no descendencia).

Mientras que nosotros nos hemos olvidado de Sócrates en su recomendación principal de “conocernos a nosotros mismos” y hemos centrado nuestra atención en “las cosas del exterior”; para la filosofía oriental, desprovista, para lo bueno y lo malo, de la lógica occidental, -y en la creencia de la perfección de nuestra naturaleza original-, el proceso de iluminación consiste meramente en “transformarnos en lo que ya somos desde un principio”, se ha centrado en la búsqueda en el “interior” de las personas, (lo bueno porque sin entenenderlo lo pueden alcanzar, lo malo porque, al no entenderlo, no lo pueden explicar).

Cuando se le preguntó a un maestro Zen sobre buscar la naturaleza Buda, (la iluminación, la felicidad) respondió, «Es muy parecido a montar un buey en búsqueda del buey.»

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El pensamiento Zen, en lo que tiene de rompedor con los prejuicios de la mente, es de gran interés en occidente, así por ejemplo en el trabajo conjunto “Budismo Zen y Psicoanalisis”, de Erich Fromm y T. Suzuki, por lo que mas adelante profundizaremos en ello.

He intentado localizar en YouTube algún breve y claro archivo sobre el tema, pero no he visto nada adecuado, hasta que dí con esta graciosa interpretación del Zen vista por la cultura occidental, la italiana:

Los cuentos infantiles también se hacen eco de una búsqueda a tesoros ocultos. Como es el cuento de Aladino y su lámpara maravillosa, que al frotarla hace surgir el Mago fantástico que hay en su interior, para cumplir todos sus deseos ; hasta la historia del Patito Feo, que criado en una familia que le rechaza, solo y triste llora hasta que se forma una charca con sus lágrimas y al verse reflejado en la charca, ve que “realmente” él es un cisne de una belleza “increíble», esto es, más de lo que nunca pudo creer.

Tchaicovski puso música a una historia en cierta manera similar, aunque aquí la liberación depende de encontrar un amor, en el Lago de los Cisnes

La búsqueda de un algo especial y muy relevante para las personas es objeto tembien de las obras dirigidas a los jóvenes. Para mi fue muy relevante el Sidharta de Hermann Hessse, en la que un joven hindú va a la búsqueda de su yo;;  también he de mencionar la película La historia interminable, en la que el país de fantasía va desapareciendo ante “una Nada” que lo va invadiendo todo. Solo nominando, llamando, a quien ha de salvarle, se evitará la desaparición del País, y ese alguién es cada uno de nosotros; y El Principito, …

Especial mención he da hacer también del libro de Juan Salvador Gaviota, que el autor Richard D. Bach dedico «Al autentico Juan Salvador Gaviota, que vive dentro de cada uno de nosotros»; este es mi muy reciente comentario en Filmaffinity;

MUCHO MÁS QUE UN ENTRETENIMIENTO

«El libro, la película y la música cuentan la historia de una gaviota, que vive un poco aparte de su bandada; mientras estos se pelean por un buen trozo de pescado sobrante de los pesqueros, o un resto de comida de los vertederos, él sin embargo, encuentra en la perfección del vuelo, el sentido de su vida.Volar más y más rápido, en peores condiciones de vuelo, de noche, …., esa búsqueda es su ilusión.

Yo conocí esta historia hace muchos años, cuando joven, casi niño, me la leía mi hermano mayor, Pepe. Francamente, entonces me pareció «un rollo» eso de una gaviota que quería volar más y más. Pero años más tarde, en plena juventud, volví yo solo a su lectura, con la música de Neil Diamond, y empecé a entenderla.

Pero solo entendí la primera mitad del libro-película, cuando la Gaviota rebelde se enfrenta a todos sus mayores por reafirmar su libertad. Luego pasaba una temporada viajando sola (lo que me pareció un poco aburrido); pero ya no entendí cuando , tras encontrarse con otras gaviotas, estas se ofrecían a enseñarle el ansiado «vuelo perfecto», sin límite de velocidad. ¿Cómo podía estar el Maestro Gaviota aquí y allá en un solo instante?; y aún más, que el secreto de ese prodigio era …. “saber que ya has llegado”. No lo entendía, eso era «irreal», imposible, era pura fantasía, un cuento para niños….; ¿o ya se habría muerto la Gaviota y estaba en el cielo?, pero no, porque luego volvía a la bandada a enseñar a los demás…. No entendía nada y así pasaron muchos, muchos años, ya siendo muy mayor.

Recientemente, tras mucho reflexionar, porque la vida así se me presentó, entendí que ese Juan Salvador Gaviota, era, como decía la dedicatoria del libro-película, el espíritu que hay en cada uno de nosotros y que para alcanzar la perfección solo necesita ser des-cubierto. Entonces escribí una pagina web, y la llamé teoriadelafelicidad.com con el subtitulo, a la búsqueda de sí mismo».

Aquella segunda parte de la película, la que no entendía, hoy es la parte que mas me gusta, que mas veo. Ahí está la clave.

En honor a toda esa literatura joven, traigo aquí un fragmento de la música que Neil Diamond puso a la película .

Y aquí la pelicula, que Youtube divide en tres partes, de media hora cada una. Comprendiéndola así, hoy la recomiendo más que nunca.

Encontrar al buey sobre el que andamos subidos es el salir de La caverna que hablaba Platón que nos tiene apresado en una vida desgraciada. Ahí está la cuestión. Nos hemos pasado toda la vida ignorando nuestro íntimo existir, ese “algo” especial que hay en cada uno de nosotros que nos es esencial, vital (que nos da vida) y buscamos en el exterior una cierta satisfacción, que sabemos que no nos satisface más que un solo instante, para luego volvernos al profundo vacío. Es como si intentáramos llenar un saco sin fondo, como si persiguiéramos espejismos que una vez alcanzados desaparecen sin saciarnos, como perseguir nuestra propia sombra sin nunca alcanzarla. Sócrates decía cuando paseaba por el mercado, “cuántas cosas no necesito”; y una y otra vez “instaba a sus vecinos a ocuparse de lo importante, de descubrirse a sí mismo”… porque entonces tendrían todo lo que han anhelado siempre sin saberlo, a sí mismo.

Estamos llegando al final y hemos de celebrarlo, -y tenemos motivos para ello, nos estamos des-cubriendo-, con la Obertura Solemne 1812 de Tchaikovsky, en dos versiones, lo que nos llevará al final de la batalla, no la de Napoleón, sino la nuestra.

En Conclusión

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Recuerdo cuando, en mis años de estudiante, escuché por primera vez este concierto y cómo aplaudí con entusiasmo, pese a que otros asistentes abucheaban la interpretación. Cuando acto seguido le pregunté a uno de mis compañeros, estudiante de música que nos ilustraba, me informó que efectivamente había sido una mala interpretación, a lo que entonces yo contesté, “Pues yo aplaudí entonces a Tchaikovsky”. Hoy pienso que con doble motivo, porque pese a la mala interpretación su música me había entusiasmado.
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